César Borgia y su huida del castillo de la Mota
César Borgia protagoniza una de las más audaces evasiones de la época.
Tras la muerte de Alejandro VI, César Borgia es perseguido por el papa Julio II, antiguo enemigo de la familia y huye a Nápoles buscando la protección de Fernando el Católico.
Pero el rey español atiende las demandas de los enemigos de César, que es encarcelado y enviado a España.
El mes de septiembre de 1504 llega a Valencia y pronto es trasladado al castillo de Chinchilla (Albacete), donde ya trata de escapar.
Para reforzar la seguridad de su encierro es recluido en la imponente torre del Homenaje del castillo de la Mota, en Medina del Campo (Valladolid).
César entra en conversaciones secretas con el conde de Benavente y valiéndose del capellán que le visita en su prisión prepara una audaz y peligrosa evasión. El clérigo le facilita una larga cuerda que no llega a alcanzar el suelo.
El único criado de César, un español admitido a su servicio, se presta a ser el primero en descender por la cuerda y al llegar a su extremo cae, rompiéndose las piernas.
César desciende a continuación con las manos y brazos envueltos en trapos. Durante el descenso las envolturas se desgastan y las cuerdas seccionan sus carnes. Ante la alarma dada por los centinelas, el alcalde corta la cuerda que pende desde lo alto de la torre con la intención de precipitar su caída.
Magullado y sobreviviendo al golpe, atraviesa el foso, donde le esperan tres ballesteros del conde de Benavente que lo llevan a Villalón.
Un mes necesitó para restablecer sus fuerzas. Su evasión la había efectuado el 25 de octubre de 1506 y cuando, a fines de noviembre, pudo salir oculto, todavía llevaba los antebrazos y las manos envueltos en vendajes.
Tras un tortuoso periplo llega finalmente a Pamplona el 3 de diciembre, buscando la protección de su cuñado, el rey de Navarra.