Iglesia de San Miguel y San Julián

El altar mayor alberga el monumento funerario de los condes de Fuensaldaña, obra de Gregorio Fernández.
Calle Concepción, 3, bajo
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El origen de la iglesia de San Miguel y San Julián está en la fundación de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en 1543 por los jesuitas Pedro Fabro y Antonio de Araoz.
Edificada entre 1579 y 1591, es uno de los ejemplos más claros de arquitectura de la orden en la ciudad. Antes de su actual advocación estuvo dedicada a san Antonio de Padua y san Ignacio de Loyola.
La nave se abre hacia seis capillas laterales, decoradas con pinturas al fresco y con retablos de gran valor, con obras de Gregorio Fernández, Pedro de Sierra o Gil de Mena.
La fachada principal muestra una imagen gótica de San Miguel, los escudos de los condes de Fuensaldaña y el real de Carlos III, colocado en el 1775 para sustituir al JHS jesuítico.
La iglesia recibió un nuevo impulso gracias a la fundación de un patronazgo a favor de la Compañía por parte de la condesa de Fuensaldaña, Magdalena de Borja y de Oñez y de Loyola, emparentada con san Ignacio de Loyola y san Francisco de Borja.
En su testamento donó todos sus bienes con la condición de poner como titular a su tío-abuelo Francisco de Borja si llegaba a ser canonizado, como así fue, compartiendo más tarde advocación con san Ignacio de Loyola.
El altar mayor alberga el monumento funerario de los condes de Fuensaldaña, obra de Gregorio Fernández.
En la capilla-sacristía, que conserva la decoración barroca del siglo XVII, hay una gran colección de retratos de los santos más importantes de la Compañía y una nutrida capilla relicario.
Carlos III expulsa a los jesuitas del territorio español en 1767 y el edificio queda en desuso hasta 1775, año en el que las parroquias de san Miguel y san Julián se unifican y pasan a ocupar la iglesia de San Ignacio.


