Castillo Estense

Residencia de Lucrecia Borgia y Alfonso de Este y centro vital de la corte de Ferrara.
El castillo Estense es una imponente edificación mandada construir en 1385 por Nicolo II para defender a la familia de los Este de las insurrecciones populares, unido al Palacio Ducal a través de un pasadizo sobrealzado, que tomó el nombre de Vía Coperta, que aún se conserva.
La estructura típica de fortaleza medieval, sus balcones de mármol y sus terrazas evocan la función de residencia ducal que tuvo en el siglo XVI.
Es a partir de ese momento cuando el castillo sufre diversas modificaciones para adaptar una vieja estructura militar a un edificio residencial, con amplios espacios en su interior y miradores en las torres y el añadido de una nueva planta. Este aspecto es el que se ha conservado hasta nuestros días, convertido en sello de identidad de la población.
El recorrido por la planta baja nos conduce a las antiguas cocinas, a las celdas, en los sótanos de la torre del los Leones, donde fueron encerrados Ugo y Parisina, hijastro y madrastra, protagonistas de una historia de amor prohibido, y la prisión de don Giulio de Este, recluido por una rivalidad amorosa y por conspirador.
Una larga rampa, antiguamente destinada a las artillerías, conduce al piso noble donde está el jardín de las naranjas, terraza de diversión para la corte, y las estancias principales, decoradas con frescos, entre las que destacan la Capilla Ducal, la Cámara y el Salón de Juegos, la Sala del Gobierno y la Sala de los Escudos, todas de épocas posteriores a la muerte de Lucrecia.
En la torre de los Leones se divisa una amplia panorámica de toda la ciudad, desde la que se distingue la famosa ampliación del recinto urbano, la Adición Hercúlea, iniciada a finales del siglo XV.
El castillo Estense fue el lugar de residencia de Lucrecia Borgia y Alfonso de Este. En el Castel Vecchio se instalaron los recién casados, mientras que en duque Hércules mantenía su residencia en el palacio Ducal, actual palacio Municipal.
En este conjunto se manifestó de forma ostentosa la rica vida palaciega que rodeo a Lucrecia como duquesa de Ferrara. Un amplio muestrario de piezas de oro y plata, tapices de Flandes, sedas y piedras preciosas que cubrían todo tipo de prendas y objetos.


